La maravilla de Macondo

algunas técnicas literarias dentro de la novela

ANÁLISIS LITERARIO

Juan Forero

5/14/20235 min read

Parte de portada de Cien Años de Soledad
Parte de portada de Cien Años de Soledad

Aunque esta publicación es algo vieja, la incluyo porque no deja de ser vigente lo que sentí.

No voy a hacer una reseña de Cien años de soledad; no tiene sentido hablar de lo que todo el mundo sabe o que se puede averiguar. Solo quiero expresar mi sorpresa al leer esta obra, realmente entretenida y maravillosa, llena de situaciones curiosas y simpáticas, personajes increíbles; en fin, una verdadera obra maestra. Mucha gente se queja de que los personajes se confunden unos con otros, pero esto es falso, porque es muy distinto hablar de Aureliano Buendía a Aureliano Segundo. Son personajes muy distintos, por lo que confundirlos es casi imposible. Eso sí, una recomendación: existen árboles genealógicos en línea. Impriman uno o ténganlo a la mano, por si acaso se les olvida algún nombre o lazo de algún personaje. No creí que fuera a disfrutar tanto de este libro, pero lo leí en cuestión de días. Está lleno de descripciones increíbles y precisas; es un verdadero gusto leer un trabajo tan impresionante.

Tiene tantas cosas interesantes desde el punto de vista literario, pero hay una que me impactó y, de hecho, ya estoy usando en mis escritos. Algo importante para todo escritor es crear expectativa. Hay escritores que lo hacen de una forma muy obvia y directa, como el Nobel Kazuo Ishiguro, donde, por ejemplo, en su libro "Nunca me abandones", dice directamente cosas como que luego hablará de este o ese tema, lo cual no tiene problema, y más cuando la narradora es una mujer que cuenta su historia. Pero Gabo lo hace de una forma muy interesante y sencilla, solo menciona el incidente y lo deja así; por ejemplo, está hablando de algo y dice algo como "se conocieron durante el carnaval sangriento"; no recuerdo bien y se me olvidó anotarlo, o algo como "eso sucedió luego del carnaval sangriento". El punto es que solo nos menciona por encima algo que nos llama de inmediato la atención, como "carnaval sangriento", pero no nos dice más. Luego de algunas páginas, sí entra a contarnos acerca de aquel evento que fue tan importante en la historia de Macondo. Y el libro tiene muchos eventos así que hacen que uno quiera seguir leyendo.

Pero lo mejor del texto es algo que los grandes escritores tienen y es cierta naturalidad al escribir. En otra publicación del blog, en la sección sobre Escritura Creativa, menciono un libro muy interesante que es "La práctica del relato", donde se habla de este tema de la naturalidad en profundidad. El punto es crear una historia que parezca ser contada en una conversación, de forma oral, como uno se la contaría a un amigo, pero teniendo en cuenta que no es una conversación exactamente. Es escribir con cierta sencillez, sin tantos adornos que recarguen el texto. No tiene nada de malo hacerlo; hay escritores que lo hacen y les salen buenos trabajos. Pero para mí, como para muchos otros, la sencillez de un texto hace que la lectura fluya sin complicaciones, que uno se sienta transportado fácilmente a la historia. Y eso es lo que se logra con este libro, que uno se sitúe en Macondo junto a personajes curiosos y entrañables. Porque ese es otro de los grandes logros de Gabo, crear personajes que se sienten vivos, que aunque sean muy extraños en algunos casos, como Remedios la bella, igual siguen sintiéndose reales. La historia está llena de situaciones extrañas, pero gracias a que se cuenta como algo normal, podemos sentir que sí, eso podría pasar. Es como "Los viajes de Gulliver". La novela empieza contándonos sobre su vida (es narrada por el mismo Gulliver), y nos parece un personaje tan honesto y directo, que luego no dudamos de que lo que nos cuenta después sean mentiras; ya ha establecido con nosotros un pacto donde le creemos y ya no importa que vaya a tierras donde haya gente miniatura o gigantes, nos creemos toda la historia sin dudar de él. Lo mismo pasa en este libro, es contado con esa naturalidad que, aunque ciertos eventos nos parezcan increíbles, podemos pensar que sucedieron y maravillarnos de que los creamos.

Ilustración deCien Años de Soledad
Ilustración deCien Años de Soledad

Hay algo importante en términos literarios y es el universo. Si uno crea un universo determinado en una novela y lo hace bien, cualquier cosa es posible. Por ejemplo, en el mundo de Harry Potter, es normal que exista la magia; es parte de ese mundo, y cualquier cosa que pase relacionada con este elemento y otros eventos sobrenaturales, los creemos porque se nos dio la pauta de que es un mundo de magia. O si creamos un mundo donde hay dioses y demonios, cualquier cosa que se relacione con eso es aceptada como parte de ese universo. Lo increíble de Cien años de soledad es que es un mundo en apariencia normal, pero ya desde un principio, al mostrarnos personajes curiosos como Melquíades y el mismo José Arcadio, ya no nos sorprende tanto que vayan a sucederse eventos cada vez más extraños. Pero la magia es esa precisamente, que en un mundo que parece muy normal, se puedan dar eventos extraordinarios y que el lector no sienta que no son válidos en ese lugar, porque ya se nos ha introducido en un mundo extraño gracias a personajes que se salen de lo habitual, pero que a su vez son muy humanos.

En definitiva, me sorprendió mucho esta novela. Hace años había intentado leerla, pero no fui capaz de avanzar mucho; creo que hay que estar en cierto estado mental donde uno esté pendiente de los detalles, abierto a dejarse llevar. Pero puede ser que, por estar leyendo tanto últimamente, estoy mucho más abierto a disfrutar de libros que antes podían parecerme un reto. Y es que, como dije al principio, uno escucha a mucha gente quejarse de los personajes y de que "todos se llamen igual", lo cual, como ya mostré, es falso; es pura cuestión de concentración y de, si acaso, usar esa guía que menciono al principio. Con eso, no hay quien se pierda. Y recomiendo muchísimo leer esta obra; la disfruté tanto que, ahora que repasé ciertos detalles para hacer este escrito, sentí deseos de volver a leerla; así fue lo mucho que me gustó. Estoy seguro de que leeré esta obra maestra varias veces más; espero que ustedes lo hagan también, no se arrepentirán. Y dentro de poco, me adentraré en una tarea que he estado posponiendo desde hace tiempo: leer "En busca del tiempo perdido", un libro de tan solo unas 3.700 páginas. Se lee en una sentada, seguro.