Acerca de mi

Juan Forero

5/2/20239 min read

Foto personal.
Foto personal.

Hay gente que dice que solo se es escritor cuando uno ha publicado. Pienso en eso y no sé qué tanto sentido pueda tener esa idea. ¿Se es ingeniero solo si se ha construido un puente o un edificio? ¿Se es artista si uno ha tenido una exposición? Conozco a muchos artistas que nunca han expuesto nada, pero que igual pintan o dibujan y nadie les cuestiona su idea de que son artistas. Para mí es escritor aquel que se siente escritor y que ha escrito un cuento, una novela, un poema, etc. Claro, eso amplia mucho el margen de decir quién es escritor y quien no, pero ¿acaso importa tanto? ¿importa que existan millones de personas que se dicen escritoras y solo han escrito la lista del mercado?

No sé si me puedo considerar escritor. Lo único que he publicado hasta el momento han sido unos poemas en un periódico local, que ni siquiera tiene distribución nacional. Pero escribo desde que era muy joven. Mi primera novela la empecé a los 16 años. Era la historia de Tóric, un hombre que encuentra un collar misterioso. El rey del lugar se entera, y decide meter preso a Tóric para poder robarle el objeto. Luego resulta que el collar era propiedad de un elfo que sabe que tiene poderes, y que necesita para derrotar a un enemigo que está tratando de destruir su mundo. En el mundo de Tóric, nadie ha visto o escuchado de elfos, duendes, por lo que todo esto es una sorpresa para él. Con la ayuda del elfo, Tóric escapa y logran robarse el collar, y terminan yendo los dos al mundo del elfo donde se enfrentarán al enemigo misterioso. Pero nunca la terminé, si acaso llegué a la página 40, y luego de algún tiempo, la dejé, aunque seguí escribiendo cuentos muy regulares y muchos poemas. Lastimosamente ese texto se perdió en los laberintos del tiempo y no tengo ni idea dónde estará.

Mi problema siempre ha sido el mismo, tengo miedo de no poder vivir de lo que hago, y la inseguridad acerca de lo que produzco, nunca siento que es lo suficientemente bueno. A los diez años empecé a pintar (mi madre era artista), y me dediqué a ello hasta los 18 años cuando, ante una crítica de lo que estaba haciendo, dejé de pintar por casi 12 años. Tonto, lo sé, aunque no lo lamento tanto porque en ese momento, me dediqué con más entusiasmo a escribir, aunque era paralelo a estudiar en casi todas las universidades de Bogotá. No les miento si les digo que he pasado por casi cada una de ellas, estudiando ya sea carreras o haciendo cursos libres de todo tipo. Me fascina el conocimiento, adoro aprender, es como una droga y me digo adicto de ello. Pero me aburro cuando he visto demasiado de un tema. Soy obsesivo compulsivo, por lo que cuando empiezo a aprender de algo, me meto de lleno, tanto que me saturo.

Me pasó con el diseño gráfico, por ejemplo, duré casi seis semestres en la Universidad Jorge Tadeo Lozano (una universidad en Bogotá, para aquellos que no la conocen). Estudiaba lo que me mandaban, pero me iba a la biblioteca a leer más acerca de diversos temas de diseño, quería ser el mejor, y ese ha sido mi otro problema, me pongo metas extremadamente altas que terminan generándome ansiedad. Está bien ponerse metas altas, pero también hay que disfrutar del proceso, eso será de algo que hablaré más adelante en el blog, la importancia del proceso sin pensar en la meta tanto. Pero luego de esos seis semestres, me di cuenta de que ya había tenido suficiente, que ya ese tema no me apasionaba como antes y que de hecho me generaba ansiedad. Tanta que duré dos años de mi vida vomitando todas las mañanas. Imagínense eso, tomar como algo natural levantarse y vomitar bilis como si fuera algo normal. Todos y cada uno de los días, me despertaba sintiendo el fastidio en la boca del estómago, iba al baño y trasbocaba sin siquiera haber desayunado. Claro que fui al médico, pero no había ninguna razón médica para ello. En esa época teníamos al ser peludo más naranja y hermoso que ha existido en la tierra, el alias trompas Hernández, alias el bury, alias el sujeto, alias el orange, alias el Perez, y un sinfin de alias más, que por cierto conocía y a los que atendía cuando lo llamábamos, mi hijo peludo y perruno, Bilbo (¿será que nos gustaron los libros del Señor de los Anillos de Tolkien a mí y a mi esposa? No estoy seguro), un Beagle limón, como se conoce a los beagles de dos colores. Solía salir a pasearlo todos los días y me aburría de solo dar vueltas sin hacer nada más, por lo que decidí retomar el dibujo. Primero hice cuadros en esfero, luego pasé por los cuadros de punteado (una técnica donde se dibuja solo con puntos) y terminé haciendo dibujos con pastel óleo, técnica que adoro pero que tiene ciertos problemas de conservación, nunca seca del todo. Ahí me di cuenta de que quería volver a ese mundo.

Ya en Diseño Gráfico había tenido clases de dibujo e ilustración y habían sido, por supuesto, las que más había disfrutado. Había regresado de estudiar en España Creación literaria, donde me di cuenta de que la vida de escritor es bastante desagradecida, aunque igual fascinante. Hablando con Antonio Muñoz Molina, uno de mis profesores y un ser humano maravilloso, me dijo que Garcías Márquez hay pocos. Él vivía de escribir en revistas como Muy Interesante (que, por cierto, siempre que leemos decimos con mi esposa, riéndonos, “muy interesante”, porque lo es), y haciendo trabajos similares porque sus libros no le daban para vivir, no sé si siga siendo así. El caso es que había regresado de estudiar eso, de hacer un curso de páginas web donde me di cuenta de que necesitaba aprender más de diseño, ergo, tenía que estudiar eso para poder vivir de ello. Pero mi padre me hizo prometerle que debía terminar la carrera, cosa que tomé muy en serio, y a pesar de ya no estar satisfecho, quería terminar para cumplir con esa promesa. Por suerte, tengo el mejor padre que el universo le pueda dar a alguien. Entendió cuando le dije que ya no podía más, que quería dedicarme al arte y, hasta el día de hoy, me ha apoyado con todas las decisiones, buenas o malas, que he tomado. No podría haber hecho tantas cosas de no haber sido por él.

El caso es que es algo que me ha pasado muchas veces. Duré los últimos 10 años dedicado al arte. Tengo más de 100 cuadros en acrílico, unas 1000 tintas chinas (sí, mil con tres ceros), otro montón de pasteles oleos, obras digitales, scratchs (obras donde se raspa la superficie para sacar la luz), pasteles, grabados en linóleo y algunos carboncillos que son mi orgullo. De hecho, les muestro uno que le gusto tanto a mi esposa, que terminamos guardándolo para nosotros.

No soy malo en esto, pero ser artista es bien complicado, es poco lo que se vende, aunque admito que no he sido el mejor a la hora de venderme como artista. Pero ese es otro punto. El caso es que hace un tiempo ayudé a un muy buen amigo, Andrés Ospina, con la corrección de su novela “Chapinero”, y retomé una novela que había empezado mientras estudiaba creación literaria en España, en el 2001. Esta novela trata de un hombre que, al verse abandonado por su esposa, decide quedarse encerrado en su casa por 20 años a esperar a que regrese, hasta que un día, mientras está sentado en un sofá mirando por un ventanal donde ve a la gente pasar para pasar sus tardes, una mujer joven le sonríe, y eso termina desencadenando una serie de eventos que le cambian su vida. Al haberme entusiasmado tanto con la novela de mi querido amigo (y hermano que me dio la vida), decidí retomar paralelo al arte, mi carrera como escritor. Eso fue hace 5 años. Con la ayuda de Andrés, trabajé la novela que él me ayudo también a corregir, pero por ese miedo que tengo presente siempre del que ya les comenté antes, he postergado mostrarla al público. Además, había estado más concentrado en mi carrera como artista.

Pero la vida es curiosa. La pandemia del covid-19 me ha cambiado la vida para mal y para bien. Por un lado, me ha afectado mis ingresos hasta dejarlos en cero, lo cual me llevó a tener que buscar qué otra cosa puedo hacer para vivir. Eso me llevó a pensar primero en dar clases de arte en línea, pero eso conlleva una cantidad de problemas que no he podido solventar. Pero luego pensé en mi experiencia como escritor, y de cómo podría transmitir lo que sé al respecto, y dar talleres de escritura en línea. Con mayores bríos, reinicie mi papel como escritor, comprando libros sobre el tema de la escritura. Pienso que, aunque lo más importante es leer literatura, leer ese tipo de libros le da a uno pistas importantes a la hora de leer, que uno no tendría sin ese apoyo, de eso hablaré en otra publicación. También volví a leer literatura, algo que había dejado muy de lado por leer más libros de divulgación científica (otro tema que me apasiona y que será objeto de una futura novela que ya tengo pensada). Y como les dije, soy obsesivo, pasé de no leer ningún libro de literatura en varios años o si acaso uno o dos, a leer 40 libros desde marzo hasta diciembre. Tomé, además, un taller de escritores que me dio algunas pistas importantes. Aunque antes de ese taller, dicté un taller de escritores que disfruté inmensamente, en parte por la gente que estuvo, no puedo negar eso, donde me di cuenta de que adoro enseñar. Y según me dicen mis estudiantes, no soy nada malo en eso, de hecho, lo disfrutaron y aprendieron bastante. No quiero sonar pedante con esto que digo, pero creo que uno debe valorarse cuando hace algo bien.

Pero no quiero extenderme demasiado en esto que cuento, ya siento que he dicho demasiado sin llegar al punto que quiero expresar y es darles la bienvenida a este blog. Hablaré de mi experiencia como escritor, de los temas que estoy tratando y de cómo los estoy haciendo, de cómo estoy pensando la estructura, las descripciones, probablemente pondré ejemplos de lo que voy haciendo, de mis influencias literarias, de los libros que estoy leyendo y de cómo me han aportado (o no) a lo que estoy haciendo. De las clases virtuales que he tomado, de los cursos de Masterclass que he hecho (hasta el momento hice el curso de Margaret Atwood, Neil Gaiman y Dan Brown, y les sorprenderá saber cuál es el que más me ha gustado). En fin, la idea es compartir con ustedes este mundo, y que, si así lo quieren, compartan el de ustedes en los comentarios que tengan por seguro leeré y responderé, porque no hay cosa que odie más (y odio varias cosas), que la gente que no responde a los comentarios de sus seguidores, siento un odio extremo, la sangre se me marchita y los ojos se nublan de la ira que me consume. Obviamente estoy molestando, pero sí me molesta mucho. Por eso sepan que contestaré a los que me escriban, a menos de que sean groseros, a esos los ignoraré con el látigo de la indiferencia (nada como un buen cliché de vez en cuando)

No sé si aprenderán algo, o les servirá para su proceso como escritores, pero esa es la idea, creo que la experiencia de uno siempre puede verse reflejada en alguien más, y si puedo aportar algo a la discusión, pues eso me haría muy feliz. Como les dije antes, me encanta enseñar. Espero que disfruten de este viaje donde, cada miércoles, estaré publicando una nueva entrada. También los invito a que entren a mi canal de YouTube donde hablo de temas similares a los que hablaré aquí, donde leo extractos de las novelas que he venido leyendo: https://www.youtube.com/@agoranaciente9885

EDICIÓN: Este blog lo empecé en una página web distinta, y ahora que tengo mi página oficial, decidí volver a poner todos los escritos que tenía allá. En este momento, varias cosas han cambiado. Ya estamos en el 2023, tengo una novela que será publicada este año, “Historias omitidas”, que empecé a escribir en 2020. Fueron dos años de trabajo duro, corrigiendo, reescribiendo, en fin, todo el proceso habitual de ser escritor. Dejé de dar clases un tiempo para dedicarme a otras cosas, pero he retomado con nuevos bríos y con mayor gusto que antes. Nuevamente la gente que toma los cursos dice que nací para esto, lo cual me hace muy feliz, siento que soy bueno en algo y eso me alegra por dentro. No quiero extenderme más, solo quería que me conocieran un poco.